De cada 10 usuarios de redes sociales ¿5 son la mitad?
17/10/2011 Deja un comentario
Es conocido el ejemplo de probabilidad en clase de estadística: «…si tú te comes dos pollos y yo no me como ninguno, estadísticamente, nos hemos comido un pollo cada uno«.
Correcto, la estadística dice que cada uno se comió su pollo, pero la realidad es que yo pasé hambre y tú deberías hacer algo de ejercicio…
Valga este ejemplo sencillo como muestra de la perversión de la Estadística mal entendida o mal empleada. Y, lamentablemente, es bastante habitual que ocurra esto.
Diariamente vemos en los medios artículos más o menos extensos, bien estructurados, con análisis de múltiples variables sobre algún tema de interés en los que, tras demostrar los conocimientos estadísticos del articulista, no terminamos de entender el cómo ni el por qué, ni mucho menos el para qué del hecho estudiado.
Es habitual dar más importancia a las variables que a la realidad que ayudan a explicar. Medimos, analizamos y estudiamos la realidad usando herramientas, como las estadísticas, para desgranarla y poder entender cómo funciona, por qué y para qué lo hace y, lo más importante, cómo nos afecta y qué podemos hacer al respecto.
Esto último lo considero esencial: cómo nos afecta y qué podemos hacer al respecto. Eso sí es interesante, útil, aporta valor. Obtener información de valor par poder tomar decisiones.
Es habitual dar más importancia a las variables que a la realidad que ayudan a explicar.
Quién no ha oído la típica frase del entendido: «dame cuatro variables y demostraré que sí y lo contrario«. Y suele ser así. Véase como ejemplo más claro el análisis de los resultados electorales que hacen los partidos políticos. Con los mismos datos todos han ganado ¿?.
Se analizan las tendencias, repuntes, tasas de crecimiento, variaciones interanuales, las intermensuales… Y, por supuesto, todo esto presentado con fantásticos gráficos a todo color. Y, ¿para qué? muchas veces no se sabe muy bien.
Las métricas en las redes sociales no se libran. De qué nos sirve saber que el volumen total de seguidores en Twitter ha crecido un 10% el último mes, o que han aumentado en 75 personas. Son datos, KPIs, evolución de variables y nada más. Por sí solos no aportan mucho más.
Si los seguidores han crecido un 10% el último mes, debemos, por ejemplo, comparar con los crecimientos de otros periodos, comparar si han crecido más o menos, analizar si el crecimiento es fruto de alguna acción nuestra o no, debemos comprobar que sean usuarios «válidos» y no spammers, analizar qué tipo de seguidores son, etc., etc., etc.
Tener más seguidores nuevos puede ser algo positivo, si estamos cumpliendo nuestras expectativas en función de la estrategia que hemos diseñado. O puede no ser tan bueno, si no avanzamos según lo previsto, y están creciendo a un ritmo inferior, o si estamos perdiendo otros. Además, cabe analizar el origen de estos seguidores. Para una organización que actúa y desarrolla su negocio a nivel local o regional, por ejemplo, de poco le va a servir aumentar su masa de followers localizados en Asia. Y así, podríamos seguir analizando.
No se me interprete mal. No digo que no tengan relevancia los datos y la estadística. La tienen, pero sólo como materia prima con la que elaborar una explicación de la situación que permita tomar las decisiones adecuadas en el momento justo. Quizás, por eso hay tantas herramientas gratuitas que permiten conocer estadísticas de casi todo en redes sociales. Lo difícil, lo que realmente aporta valor, es el análisis de esa información para obtener resultados reales, comprensibles, una explicación de la realidad que permita tomar decisiones.
Las métricas ofrecen la materia prima con la que elaborar una explicación de la situación, que permita tomar las decisiones adecuadas en el momento justo.
Es aquí donde debemos esforzarnos aún más, en estudiar la información obtenida del análisis de las variables. Por eso, los datos por sí solos no bastan. La conjunción de toda la información con el catalizador del conocimiento más amplio de la realidad estudiada, permitirá extraer conclusiones más válidas y útiles. Las obviedades aunque se presenten a todo color, son estériles, no ofrecen más resultado que sí mismas.
Nota: Me he permitido en el título parafrasear al genial grupo argentino Les Luthiers (ellos decían: «De cada 10 personas que ven la televisión, 5 son la mitad»).