La toma de decisiones es un proceso que a muchas personas no les resulta nada agradable. Hay quienes, incluso, rehuyen de él, por miedo o falta de confianza en sí mismo. También hay quienes piensan que tomar decisiones es «de jefes» y que a ellos no les afecta ni interesa. Pues, amigos, lamento informarles de que la toma de decisiones es un proceso que desarrollamos diariamente. Es más, estamos constantemente tomando decisiones. El propio hecho de no decidir es fruto de una decisión, la de «no decidir».
La clave, entonces, está en ¿por qué tomamos las decisiones? ¿qué nos motiva a decidir realizar o no determinadas acciones en nuestra empresa o en nuestra vida? y, ¿cómo tomamos esas decisiones?.
Podemos acercarnos a muchos enfoques para analizar esta cuestiones, pero lo haremos desde el enfoque de la prospectiva.
Esta escuela de pensamiento, iniciada por Gaston Berger y Bertrand de Jouvenel allá por los años sesenta, y que tiene en Michel Godet a uno de sus principales valedores.
Es, precisamente, Godet quien plantea, como consideraciones generales sobre esta disciplina, que “la prospectiva explora el futuro desde una perspectiva preactiva y proactiva«. De forma que la actitud preactiva implica la anticipación a los cambios y la actitud proactiva no espera, sino que busca provocar los cambios. En el post «Toma de decisiones: ¿decides o reaccionas?» ya avanzamos estos conceptos.
¿Y cómo se aplica todo esto? Leer más de esta entrada
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...