El apercibimiento en privado y el reconocimiento en público y no al revés
10/01/2013 2 comentarios
¿Cuántas veces hemos presenciado, si no sufrido en nuestra piel, la «bronca» de un jefe, ya sea basada en error nuestro o no?. Y, más aún, ¿cuántas veces hemos visto cómo el jefe llama a su despacho a Fulanito, que ha hecho una gran trabajo, para ser felicitado en privado?
No terminan de enterarse algunos (muchos) que dirigen equipos de personas de que las llamadas de atención, los apercibimientos, etc., se han de hacer sólo cuando sea realmente necesario y siempre en privado, a la persona o personas implicadas. Y, por supuesto, nunca con enfado o rabia. Una actitud constructiva siempre será más positiva que actuar con resentimiento, autoritarismo, o ira.
El apercibimiento en privado y el reconocimiento en público y no al revés.
Del mismo modo, las muestras de reconocimiento, de puesta en valor del trabajo realizado, han de hacerse de forma tan habitual como sincera y preferiblemente en presencia del resto del equipo humano de la empresa, como mínimo. Este reconocimiento suele ser uno de los factores de motivación comunes en la mayoría de las personas, sobre todo, en la esfera profesional, como comenté en La palanca de la motivación.
Pero no es lo habitual. Existe aún una clase directiva de la vieja escuela de los que creen que la letra con sangre entra. De los de látigo en mano (metafóricamente hablando, claro) y que no dejan pasar una. Si lo haces bien, no pasa nada, es tu obligación y no hay por qué darle más importancia. Y si lo haces mal, si cometes un error, ¡al paredón!.
Muchos jefes creen que «echar broncas» a sus empleados es una muestra de autoridad. Y lo que es peor, se sienten autorizados a ello, que va con el cargo.
Esa costumbre tan arraigada de «echar la bronca» ante toda la empresa para «¡que todos se enteren y a nadie se le ocurra cometer el mismo error!«… es de lo más perniciosa y desmotivadora. No sólo por el enfado en sí, que no es positivo ni para el que lo sufre ni para el que lo recibe, sino por el escarnio público innecesario y totalmente improductivo.
En este sentido, como indican en este artículo, «estas reprimendas, movidas por la rabia y la ira, son siempre contraproducentes tanto para el que las echa como para el que las recibe» y no dejan de ser más que «muestras gratuitas de ignorancia e inconsciencia, que poco a poco envenenan al resto de la organización«.
Estas reprimendas, movidas por la rabia y la ira,
son siempre contraproducentes tanto para el que las echa como para el que las recibe
Es una postura, además de poco inteligente, totalmente estéril ya que si el error ya se ha producido, con la bronca sólo se agrava la situación sin solucionar nada. Se trata de muestras de autoritarismo que acaban por destruir el buen clima laboral.
Este estilo de dirección tan nocivo crea una cultura empresarial basada en el miedo más que en la motivación. Se acaba por crear inseguridad y desmotivación de todo el equipo, porque cualquiera puede ser el próximo.
Nunca estaré a favor de abroncar a las personas con las que trabajamos. Si se comete un error, hay que detectarlo, analizar las causas y establecer la medidas correspondientes para que no se vuelva a repetir. En este proceso debe participar la(s) persona(s) implicada(s), pero con la mayor discreción en cuanto a lo personal, aunque sí es positivo que se conozca por todo el equipo el error cometido y la solución al mismo. En este caso, una vez más, hay que aprender de los errores y para ello es imprescindible saber reconocerlos.
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Saludos,
Sergio
Imagen: Fotograma de Les Grossman (Tom Cruise) & Robert Pattinson 2010 MTV Movie Awards Video, Youtube.com.
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